lunes, 3 de septiembre de 2012

Entrenamiento


por Roberto Rabello
Publicado en Revista Cambio (Santiago del Estero) N°136
 
 
Cuando hace unos años -allá por los últimos ochenta-, se emprendió la búsqueda de una metodología efectiva para mejorar la comunicación en los grupos humanos, quizás los investigadores comprometidos no hayan sido totalmente concientes de estar creando una escuela de pensamiento, una imprevista corriente que para muchos iba a significar hasta una nueva forma de vida.

Científicos provenientes de campos tan diversos como la física quántica, biología,  filosofía, psicología  y sociología, pero coincidentes en su vocación humanista, sentido práctico y  enfoque sistémico, desarrollaron una herramienta cognitiva que resultó poderosa.

La idea es bien simple: aplicar a cualquier persona o equipo la misma lógica que se usa en deportes y otras disciplinas, que es entrenarnos para jugar mejor, pero en este caso refiriéndonos a los juegos que cotidianamente nos vinculan con el medio. El acento se pone en el que más jugamos: conversar.

Las personas tenemos la particularidad de programarnos creando nuestro lenguaje  en conversaciones. Nos construirnos en el lenguaje; devenimos en un ser diferente con cada cosa que escuchamos, decimos, y especialmente con aquello que nos decimos en la más absoluta intimidad.

Alguna página web, esa revista que hojeamos casualmente o aquella charla ocasional que no nos acordamos bien de qué se trataba abrió algunas posibilidades y cerró otras ¿podemos ser concientes de la influencia que tiene en nosotros todo eso que escuchamos o leemos?  Según cuánto comprendemos esa relación, nos vamos acercando -o no- a nuestra realización.

Sin embargo,  lo más importante no es seleccionar qué escuchamos sino cómo lo escuchamos.  Cada hecho puede ser percibido de innumerables maneras; acomodar nuestra percepción para que nos deje un aprendizaje es inteligencia en acción.

Aprender a aprender; reaprender a escuchar. Términos que parecen aplicables a la pedagogía infantil están modificando el mundo de los adultos, sencillamente porque recién se están difundiendo con coherencia metodológica.

Para quienes pasamos por un ciclo de entrenamiento ontológico no es fácil describir la experiencia o sintetizar qué es lo que aprendimos; no es una serie de conocimientos teóricos que podamos repetir sino una forma de interpretar que se ha in-corporado en nosotros, aumentando nuestras posibilidades junto a nuestra sensación de bienestar.

Alguien que había contratado a un coach para mejorar su relación con clientes y vender más señala que logró su objetivo, pero lo que más gratamente lo sorprende es que pudo armonizar su relación con su mujer y sus hijos.

Alguien cierra su primer ciclo de entrenamiento diciendo “esto nos los tendrían que haber enseñado de chiquitos”  y a la vez sabe que no es tarde. Si ahora hay herramientas para el diseño de futuro, accesibles a cualquiera, este es el momento de usarlas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario